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· 100 g de azúcar
· 2 c.s. (cuchara sopera) de miel
· 1 huevo
· 1 c.c. (cucharita de café) de bicarbonato sódico
· 1 c.s. de Nescafé instantáneo
· 250-300 g de harina
Para la crema:
· 500 ml de leche entera
· 200 g de azúcar
· 6 c.s. de almidón alimenticio
· las semillas raspadas de 2 vainas de vainilla
· 200 g de mantequilla blanda
· 4 cucharas soperas y media de aceite de girasol
Preparación:
Bueno, os traigo otro pastelito que
hice estas navidades pasadas. Algunos (los que los probaron) los rebautizaron “pastelitos
de tiramisú” pero aparte de llevar café y bizcochos savoiardi no tienen nada
que ver. Estos ricos y vistosos pastelitos los vi en un blog serbio y tienen
una pinta que enseguida dije ¡estos son míos!...aunque hice algunos cambios
respecto a la receta original. La crema había
que hacerla de una mezcla de almidón alimenticio y sémola de trigo. Pues yo
seguí las instrucciones al pie de letra pero el resultado no me gustó nada
porque la sémola - aunque estaba bien cocida - se notaba mucho. Pues nada, a la
basura (que Dios me lo perdone) y volver a hacer otra, esta vez sólo con
almidón. Esto fue uno de los cambios y el otro que en vez de vainilla natural
utilicé aroma de vainilla. Simplemente porque lleva tiempo en la nevera (aún
queda un poco) y hay que gastarla. No está mal (Vahiné) pero nada tiene que ver
con la natural. La compré un día que no había vainas de vainilla en el súper y necesitaba
urgentemente vainilla. Todo este rollo
os cuento sólo porque el aroma le daba un poco de color a la crema lo que la
vainilla natural no hace. Pero a pesar de eso vosotras utilizad vainilla
natural. Pues eso. Pongamos manos a la obra. J
Ingredientes:
Para la masa:
·
50 g de
mantequilla· 100 g de azúcar
· 2 c.s. (cuchara sopera) de miel
· 1 huevo
· 1 c.c. (cucharita de café) de bicarbonato sódico
· 1 c.s. de Nescafé instantáneo
· 250-300 g de harina
Para la crema:
· 500 ml de leche entera
· 200 g de azúcar
· 6 c.s. de almidón alimenticio
· las semillas raspadas de 2 vainas de vainilla
· 200 g de mantequilla blanda
Aparte 200-250 g de bizcochos
savoiardi (o de soletilla) y aprox. 200 ml de café no muy fuerte. Yo hice dos
cafés normales y los diluí con un poco de agua.
Para la cobertura de chocolate:
·
150 g de
chocolate negro (70%)· 4 cucharas soperas y media de aceite de girasol
1.
Primero
empezamos con la crema. Mezclamos en un cuenco el almidón, la mitad del azúcar
y la vainilla con un poco de leche para que no haya grumos. Ponemos a calentar
el resto de la leche y antes de que hierva vamos echando la mezcla de almidón
poco a poco removiendo continuamente con unas varillas. Seguimos removiendo a
fuego lento hasta que espese. Apartamos, tapamos (dejando un hueco) y dejamos
enfriar.
2.
Ponemos el
horno en marcha a 200 grados. Ponemos los componentes de la masa (menos la
harina) en un bol y encima del vapor (¡cuidado, no es baño María, el bol no
debe estar en contacto con el agua!) vamos removiéndolo hasta que se vuelva
todo en un líquido uniforme. Apartamos y seguimos removiendo hasta que temple
un poco y a continuación lo vamos echando al otro bol donde tenemos la harina
tamizada. Amasamos hasta obtener una bola. Empezamos con menos harina (250 g) y
si fuera necesario echamos un poco más.
3.
Partimos la
masa en dos y en el dorso de una bandeja de horno de 21x32 cm hacemos dos
galletas. Esta vez una lectora me recomendó un truco que facilitó mucho el
trabajo. Cortamos dos trozos de papel de hornear que cubran el dorso de la
bandeja. Cogemos uno, ponemos la bandeja encima y con un lápiz dibujamos el
tamaño de la bandeja. Le damos la vuelta al papel, cogemos una parte de la masa
y con la ayuda del rodillo la vamos estirando encima del papel hasta llegar al
tamaño del dibujo. Ahora cogemos el papel con la masa y lo ponemos encima del
dorso de la bandeja. Metemos en el horno (con cuidado que no se mueva) y
horneamos durante 5-6 minutos. Al sacarlo esperamos a que se enfría un poco,
cogemos el papel y lo ponemos con la galleta encima de un paño limpio.
Repetimos todo el proceso con la otra parte de la masa. Así no tenemos que
enrollar y desenrollar la masa del rodillo, que si es más chica o más grande
que la bandeja y tampoco tenemos que engrasar la bandeja. Vamos, todo un descubrimiento.
4.
Cuando las
galletas están listas vamos a terminar la crema. Para ello batimos la
mantequilla con el resto del azúcar hasta que se vuelva blanquecina y esponjosa.
Le añadimos la crema de vainilla (ya fría) y seguimos batiendo hasta obtener
una crema suave y sedosa.
5.
Ponemos una
de las galletas en una bandeja (u otra cosa lisa), repartimos uniformemente la
mitad de la crema y alisamos. Ahora vamos mojando los bizcochos en el café (sólo meter y sacar porque si no, se deshacen enseguida) e ir
colocándolos en dos filas.
6.
Al terminar repartimos
la otra mitad de la crema y cubrimos con la otra galleta. Ni tengo que decir
que la galleta más lisa la dejamos para el final.
7.
Troceamos el
chocolate en un bol, le añadimos el aceite y lo ponemos encima de una olla con
agua hirviendo (pero que no esté el bol en contacto con el agua). Cuando esté
derretido lo apartamos y dejamos un poco a enfriar.
8.
Ponemos en la
encimera los papeles que utilizamos para hornear las galletas, encima una reja
y encima de ésta la bandeja con el pastel. Repartimos el chocolate por encima,
no importa si escurre un poco por los lados.
9.
Podría decir
que hemos terminado, pero en este momento se me ocurrió una idea. Puse en un
bol pequeño un poco de chocolate blanco (este no lo pesé) y un pelín de aceite.
Lo puse encima del vapor y cuando estaba derretido cogí una manga pastelera
desechable (también sirve una bolsa de plástico) eché dentro el chocolate y le
corté un pelín la punta a la bolsa para que el agujero sea muy pequeño. Entonces empecé a
hacer rayas a lo largo del pastel ida-vuelta, ida-vuelta. ¿Por qué es
importante que el agujero de la bolsa sea pequeño? Porque como el chocolate de
cobertura aún está líquido las rayas se “desparraman” un poco. Si las hacemos
finas el resultado será ideal, si no, serán muy gordas. Cuando hemos terminado con las rayas, cogemos un
pincho de madera o de metal o un palillo, lo importante que tenga punta y vamos
haciendo rayas perpendiculares a las blancas (o sea a lo ancho del pastel) ida-vuelta,
ida-vuelta. Como el chocolate aún está líquido se hace así un dibujo bonito. Es
muy fácil hacerlo, cosa de niños.
10.
Y ahora ya
hemos terminado. Cogemos la reja con bandeja y guardamos el pastel una noche
en un sitio fresco (que no sea la
nevera) y el día siguiente lo podemos cortar. Primero cortamos los filos y
después unos cuadritos rectangulares. Al cortar los cuadritos debemos tener en
cuenta que el lado más largo tiene que estar perpendicular a los bizcochos así
serán más vistosos los pastelitos. Una delicia! J
si que tiene que ser una delicia y la cobertura te ha quedado ideal
ResponderEliminar¡¡besos¡¡
Gracias Lola! Un beso.
EliminarUna delicia y una preciosidad, que bonitos te quedan..
ResponderEliminarUn besito!
Qué cosa más bonita...son perfectos y encima tienen que estar buenísimos. Felicidades!!!
ResponderEliminarGracias chicas! Merece la pena hacerlos porque aparte de ser bonitos están buenísimos. Os animo a que un día los hagáis! :-)
ResponderEliminares una maravilla, ni el mejor pastelero. Quiero aprender ,así que quedaremos.
ResponderEliminarBssss
Loladealmería, cuando quieras. :-)
EliminarBss